viernes, 4 de junio de 2010

Ripios


Orador

El que habla a la multitud
apenas repara en la multitud
porque lo que él quiere
es que lo escuchen
sepan que piensa, desea
y cuando la multitud
ya se ha ido a sus casas
y solo queda el orador
las emociones son confusas
demasiadas
para un espíritu desencajado
por los favores flacos de la historia
y sencillamente
habla con otros oradores
intercambian impresiones, figuritas
corrigen viejos discursos
y se consuelan
concertando citas
firmando acuerdos.

Asegura
que su voz
es muchas
una más
en el desconcierto general.

                                 Diciembre de 1999.

En la rúa

Es cosa de no creer
lo que se escucha.
El viejo
pendejo cadete militar
en sus memorias íntimas
reuniones familiares
escupe números en la televisión
como si estuviera
lustrando sus botines escolares
y se queda quieto
subalterno
esperando que le digan
cómo sigue esto
qué colectivo debe tomar.

                                               setiembre de 2001.

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