***
Esto es la música
un músculo que transpira la calma en su fiebre
un rayo que parte una casa en su fiesta
un piano
que maúlla a las puertas de un niño viejo
y le trae su infancia
como flores a una virgen muerta.
Sólo está a salvo quien conoce la música
quien ha afinado una herida
quien ha crujido un compás frente a las propias tumbas.
La melodía puesta en las cosas rotas te impide morir.
***
Olvidar o dormir
el súbito instante
en cuyo sueño
se sueña la vida que jamás tendremos.
Aquí arriba
reina la memoria de este día
como un dios
que todo lo ve,
menos a su dios.
Allá abajo
el animal que enterré
se ilumina
tan brillante como un diente de oro.
Lo que escondí en lo la más hondo
hoy abre sus ojos
flota en los mares.
Laura Garcia del Castaño, poeta argentina (1979) - de "La vida en que sueñas" - Ediciones recovecos - 2012
"creo no equivocarme otra vez/ caer en esas desagradables torpezas/ decir lo que ocurrió." Francisco Urondo
martes, 29 de enero de 2013
martes, 8 de enero de 2013
Olga Orozco
Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a todos que muero.
Amé la soledad, la heroica perduración de la fe,
el ocio donde crecen animales extraños y plantas fabulosas,
la sombra de un gran tiempo que pasó entre misterios y entre alucinaciones,
y también el pequeño temblor de la bujías en el anochecer.
Mi historia está en mis manos y en las manos con que otros las tatuaron.
De mi estadía quedan las magias y los ritos,
unas fechas gastadas por el soplo de un despiadado amor,
la humareda distante de la casa donde nunca estuvimos,
y unos gestos dispersos entre los gestos de otros que no me conocieron.
Lo demás aún se cumple en el olvido,
aún labra la desdicha en el rostro de aquella que se buscaba que se buscaba
en mí igual que en un espejo de sonrientes praderas,
y la que tú verás extrañamente ajena:
mi propia aparecida condenada a mi forma de este mundo.
Ella hubiera querido guardarme en el desdén o en el orgullo,
en un último instante fulmíneo como el rayo,
no en el túmulo incierto donde alzo todavía la voz ronca y llorada
entre los remolinos de tu corazón.
No. Esta muerte no tiene descanso ni grandeza.
No puedo estar mirándola por primera vez durante tanto tiempo.
Pero debo seguir muriendo hasta tu muerte
porque soy tu testigo ante una ley más honda y más oscura
que los cambiante sueño,
allá, donde escribimos la sentencia:
"Ellos han muerto ya.
Se habían elegido por castigo y perdón, por cielo y por infierno.
Son ahora una mancha de humedad en las paredes del primer aposento".
Olga Orozco, poeta argentina (1920 -1999) De "Las muertes" (1952) en Obra Poética-Corregidor 2007
Amé la soledad, la heroica perduración de la fe,
el ocio donde crecen animales extraños y plantas fabulosas,
la sombra de un gran tiempo que pasó entre misterios y entre alucinaciones,
y también el pequeño temblor de la bujías en el anochecer.
Mi historia está en mis manos y en las manos con que otros las tatuaron.
De mi estadía quedan las magias y los ritos,
unas fechas gastadas por el soplo de un despiadado amor,
la humareda distante de la casa donde nunca estuvimos,
y unos gestos dispersos entre los gestos de otros que no me conocieron.
Lo demás aún se cumple en el olvido,
aún labra la desdicha en el rostro de aquella que se buscaba que se buscaba
en mí igual que en un espejo de sonrientes praderas,
y la que tú verás extrañamente ajena:
mi propia aparecida condenada a mi forma de este mundo.
Ella hubiera querido guardarme en el desdén o en el orgullo,
en un último instante fulmíneo como el rayo,
no en el túmulo incierto donde alzo todavía la voz ronca y llorada
entre los remolinos de tu corazón.
No. Esta muerte no tiene descanso ni grandeza.
No puedo estar mirándola por primera vez durante tanto tiempo.
Pero debo seguir muriendo hasta tu muerte
porque soy tu testigo ante una ley más honda y más oscura
que los cambiante sueño,
allá, donde escribimos la sentencia:
"Ellos han muerto ya.
Se habían elegido por castigo y perdón, por cielo y por infierno.
Son ahora una mancha de humedad en las paredes del primer aposento".
Olga Orozco, poeta argentina (1920 -1999) De "Las muertes" (1952) en Obra Poética-Corregidor 2007
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