domingo, 24 de marzo de 2013

Un silencio casi sabio

Mansilla, Ballina y yo 

Si alguien hubiera dicho 
no tienen en donde caerse muertos 
no hubiese estado del todo equivocado. 
Nuestra única riqueza era la leña ardiendo 
y la música de la carne y las ensaladas
en las manos hospitalarias del amigo. 
El resto, apenas nuestras camisas cada vez más viejas 
y algunos ademanes sinceros 
que la vida entre escombros no pudo apagarnos. 
Aquellas palabras, aquellas pocas convicciones 
y aquellas dudas que supieron hermanarnos
volvían otra vez por nosotros 
en una marea nueva de aliento inesperado. 
Por último el largo vino 
que nos derrumbaba dulcemente 
mientras un silencio casi sabio 
nos hacía creer que habíamos crecido por dentro 
y que la amistad era tan posible 
como ese fuego que condescendía a alumbrarnos.

Cuaderno escolar 

1956 es un año que se repite en los márgenes. 
Hay arañas inocentes dudando en la caligrafía.
Hay temas demasiados áridos como para que aquel cachorro 
de perro o hacedor de versos 
les encontrara algún sentido. 
Pero al abrirlo y sentir el olor a tinta apagada, 
cerrando los ojos me he vuelto  a ver 
en el patio modesto, de pie 
junto a la silla de mi madre.
Ella tratando de enseñarme a dividir. 
Yo comenzando a llorar porque no entiendo.


Nestor Mux, poeta argentino (1945)- En "Poemas - 1985" -  De "Poesía reunida" - Ediciones al margen (2000)


jueves, 14 de marzo de 2013

Lo que guarda el mundo

Sin tus iniciales 

Sin ganas de vivir 
de esperar tu muerte en la cocina 
con los autos corriendo afuera 
pero sin perder 
a tu perra jugando en el patio 
la risa de los años ochenta 
y el abrazo de tu vieja aunque ya esté muerta 
Así te conocí 
con los ojos partidos 
y una mano colgada de un hilo  que tironeaba la muerte 
Con tu amor utópico abollado en las botas
y el pantalón abierto al cambio efectivo 
La radio susurraba desde el bolsillo de tu camisa 
 y frente a mí 
tus papeles en la carpeta del dolor sistematizado 
No pude más que tirar de un hilo que anudé en tu mano 
en esa que todavía roza la vida.



Fugitiva 

Esta es la verdad: 
tu palabra tomó vuelo 
y se estrelló contra la pared. 

La ventana cerrada. 
La cortina verde. 

Que te quedes quieto,
                                   así. 

Que te quedes callado. 
Que sigas callado. 
La canilla llora ausencias. 
Tarantela con los dedos sobre el mantel. 

Pánico a lo que guarda el mundo tras la ventana 
hartazgo de lo que esconde  de este lado.

Que no puedas querer 
que no sepas querer 
que no quieras poder 
no justifica el televisor gritando. 

El beso de las buenas noches 
la pesadilla del estómago vacío 
                   del alma del cuarto del sueño vacío.

Pasa el rato, no hay nada... 
Sólo sé que tengo corazón cuando me agito 
y corren mis ganas de huir.


Angie Ferrero, poeta argentina (1980) - De "la soga en los pies" -Ciprés ediciones - 2012